El 21 de diciembre baja el Espíritu de la Navidad a la tierra con la intención de dar.
Se realizan rituales muy antiguos bajo la tradición Celta, ya que estas personas veneraban a la naturaleza, la madre tierra y sus elementales, para agradecer todo lo que recibimos de ella y a la vez, ella está dispuesta a escuchar nuestros pedidos.
Es el momento oportuno para reunirnos, abrir el corazón, alinearnos con la tierra y el cielo y tomar esa potencia que se da bajo el solsticio de verano con la fuerza poderosa del cambio, donde ángeles y maestros descienden envolviéndonos en su mágica energía.