Para vivir en libertad debemos tener completo dominio sobre nuestros pensamientos. Mientras no tengamos dominio sobre nuestros pensamientos, nuestros pensamientos nos piensan. Son ellos quienes comandan, y nosotros, inconscientemente, los obedecemos. Recuerden el primer principio o ley que rige el Universo, según el Kibalión: El de mentalismo: “Todo es Mente”.
Buda explicó:
“Todo lo que somos es el producto de lo que hemos pensado”.
Buda
La mente es nuestro instrumento de creación. Pero si nos domina, si no la podemos controlar, ella crea por nosotros indiscriminadamente, cualquier cosa, generalmente de dolor y sufrimiento, de carencia y pobreza, en general, crea cosas relacionadas con todo tipo de aflicciones.
La concentración meditativa nos sirve para comenzar a controlar nuestra mente, para ello es necesario practicar, para lograr concentrar la mente en un punto. Recuerden que la mente es un instrumento interno que puede ser enfocado sobre un único o importante punto o dejarla difusa. Por ejemplo, la luz puede reunirse en un poderoso haz de luz si la proyectamos con un reflector hacia determinado lugar, pero si la superficie del reflector tuviera orificios o grietas, se escaparía en todas direcciones. De la misma manera cuando la mente está difusa y centrada en muchas cosas, no puede ser efectiva para la tarea que se tiene entre manos, ya sea meditar o cualquier otra tarea que se tenga que realizar.
A través de la meditación entrenamos la mente para que esté enfocada en un punto (en una sola tarea que tengamos que emprender). Es como que a través de la meditación concentramos todos los poderes de la mente en un intenso foco. Podemos decir que sella todas nuestras grietas mentales y envía la energía vital que está fluyendo al único punto en el que centramos nuestra atención.
De esta manera, a medida que se vaya profundizando nuestra meditación descubriremos que, donde creíamos que solo teníamos una luz tenue y difusa, poseemos un enorme faro que puede iluminar al instante cualquier problema.
Esta concentración nos permite conectarnos con ese campo cuántico de las infinitas posibilidades, con ese Yo Superior, con esa Divina Presencia Yo Soy que, a través del cuerpo mental superior, nos guía y orienta hacia la solución correcta, hacia el comportamiento correcto en cada circunstancia. Nos guía hacia nuestra propia perfección.
Para ello, para conseguir esa cotidiana conexión, es necesario practicar y prácticar, a través de puntos de concentración. Hemos ya practicado a través de mandalas, mantras, visualizaciones y concentraciones en un objeto de meditación. En este encuentro lo haremos a través de un pasaje inspirador.
Esto es un verdadero desafío, pero la mente comienza de a poco a disciplinarse ocupando su verdadero lugar, no de amo de la casa sino en un confiable, leal servidor cuya capacidad respetamos
ATENCIÓN, INTENCIÓN Y VOLUNTAD.
Esto es lo que necesitamos para perseverar en nuestra práctica cotidiana.
En este encuentro vamos a aprender a concentrar la mente en un pasaje inspirador, Puede ser cualquiera. Por ejemplo, la oración de San Francisco de Asís, un pasaje de la Biblia, o una frase inspiradora de Buda o de cualquier devocional que a ustedes les guste.
Nosotros en este encuentro enfocamos nuestra atención, aprendemos a centrar nuestra mente en un pasaje dedicado al Amor: La carta de San Pablo a los Corintios N°13.
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