Nos preguntamos ¿Cómo Dios podrá haber hecho esta Creación? ¿Cómo logró manifestarse en partes de Sí Mismo, creando almas con un espíritu hecho a su imagen y semejanza?
Nos referimos aquí a una teoría filosófica, como una posibilidad, entre muchas, de respondernos estas preguntas.
Teoría de las Mónadas y de la Armonía Preestablecida
Esta teoría fue la elaborada por el filósofo alemán Wilhelm Von Leibniz y la denominó la “Teoría de las Mónadas y de la Armonía Preestablecida”.
Definió a las mónadas como formas sustanciales dotadas de determinación interna cuya génesis se halla en Dios, la mónada primigenia, creadora de las infinitas otras mónadas que conforman el mundo. Todas son sustancias individuales, son almas y tienen en contraposición a Dios, un cuerpo.
Consideró a estas Mónadas (almas) como la base de todo lo existente, constituyendo sustancias espirituales autónomas dotadas de movimiento.
Entonces, podríamos concluir, en que, a través de una explosión de espíritus, Dios se manifestó en multitud de grandes almas que, a su vez, creando a su imagen y semejanza, co-crearon con Él otras innumerables almas dotadas del Espíritu del Creador que se manifiestan y experimentan la Vida en la multitud de planos en que se configura el Universo.
¿Para qué creó Dios el Universo?
Otra pregunta que podríamos hacernos es ¿Para qué Dios creó todo esto que vemos como Universo y Vida?
Aquí nos referimos al libro “Conversaciones con Dios” cuyo autor es Neale Donald Walsch, de quién contamos su historia, llena de turbulencias y calamidades hasta que decidió hacerle, entre otras, esta pregunta a Dios y, para su sorpresa Dios le respondió. A partir de aquí se gestaron una serie de libros del mismo autor donde, él hacía preguntas y Dios le respondía.
Y con respecto a esta pregunta de porqué Dios creó al mundo y para qué estamos aquí, Dios le respondió de esta manera:
“La tierra no es una escuela ni estamos aquí para aprender, pues siendo nuestras almas parte de Dios ya lo sabemos todo. Sin embargo, estamos aquí para recordar y recrear quienes somos”
Conversaciones con Dios – Neale Donald Walsch
Y siguió diciendo:
“la vida es una oportunidad de saber experimentalmente lo que ya sabéis conceptualmente. El único deseo de vuestra alma es convertir ese magnífico concepto de sí misma en su mayor experiencia y de esta forma, dice Dios, a través de vuestra experiencia, tengo la mayor experiencia de Mi Mismo”
Conversaciones con Dios – Neale Donald Walsch
Así se dio cuenta que, si se manifestaba en partes de Si Mismo que, necesariamente iban a ser menos que el total, podía observarse experimentándose a Si Mismo a través de sus partes, continúa diciendo el autor.
Y en esa gran explosión de su interior, creó la relatividad, creó infinitos espíritus y los llamó su descendencia. Así estamos hechos de la misma esencia del Creador con sus mismas propiedades y capacidades, incluyendo la capacidad de crear realidad física de un soplo. Tal como dijo Jesús:
“Esto que yo hago y mucho más podéis hacer vosotros”
Sigue luego diciendo el autor: como todos los elementos se hallaban en movimiento creó el tiempo y el espacio y también creó la ley de polaridad, los opuestos, la dualidad, pues si existe lo uno debía también existir los otro: Amor-temor, pues, existiendo y conociendo el temor se podía conocer y experimentar el Amor, nuestra verdadera esencia.
Recordar quiénes somos
Y luego prosigue: para que esto fuera posible procurasteis olvidar quienes sois realmente. Una vez entrados en el mundo físico, renunciasteis a vuestro recuerdo de vosotros mismos.
Por eso el maestro Saint Germain dijo:
“la cuestión de conocer a Dios es simplemente la restauración de la memoria perdida”
Llegó la hora de remembrar, de recordar quienes realmente somos y de comenzar la ascensión hacia nuestro verdadero hogar donde podremos manifestar nuestro Ser verdadero.
Práctica de la semana
La práctica para esta semana será ver a Dios en todas las personas que pasen a nuestro lado y entonces decir: Dios está en esta persona (pronunciando su nombre).
Lo importante aquí no es solamente ver a Dios en aquellas personas que forman parte de nuestros afectos, sino también en todas aquellas personas que se presenten a nuestro paso, especialmente ver a Dios en aquellas personas que no nos resulten agradables o que hemos vivido o vivimos con ellas una situación no placentera o con las cuales tengamos algún problema o desacuerdo.
Así nos daremos cuenta que todos estamos aquí, en este planeta, para vivir alguna experiencia, por más desagradable que sea, con el objeto de aprender algo que nos permita seguir adelante con nuestra evolución espiritual. Y que todas esas personas, por más que no sean de nuestro agrado, nos dejan algún mensaje, algo que de alguna manera nos resultará beneficioso para nuestro desarrollo futuro.
Al hacer este ejercicio sentirán un amor profundo que nace del corazón, una emoción inigualable en donde no quedará duda de que todos somos Uno.
Esta práctica deberíamos llevarla a cabo por el resto de nuestras vidas.
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