El Maestro Saint Germain en su libro “Manifestar los Poderes Espirituales” canalizado por Pierre Lessard nos invita a realizar una Reprogramación Alimentaria como una de las cuestiones a tener en cuenta a la hora de trabajar para recuperar nuestros poderes espirituales.
El universo entero es energía en movimiento que se expresa a través de diferentes formas de vida que se nutren mutuamente.
El ser humano se alimenta vibratoria y físicamente con las diferentes formas de vida que se le ofrecen: luz, aire, prana, agua y alimentos de la tierra y también con las vibraciones de la vida invisible que lo rodea, así como las vibraciones de los devas de la naturaleza y de los seres de lo invisible.
También el ser humano alimenta la vida ofreciendo las vibraciones que emanan de él, vibraciones de amor y luz, al compartir generosamente sus dones y sus talentos para su mayor regocijo y el de su entorno.
Así como la calidad de los alimentos que nos ofrecemos a nosotros mismos influye en nuestra vida, del mismo modo la calidad de nuestras vibraciones influyen en la vida de nuestro entorno. Si vibramos en amor, este ritmo vibratorio elevado contribuye a que todo esté más vivo a nuestro alrededor. Si, por el contrario, estamos apesadumbrados por nuestros disgustos y frustraciones, emitiremos un alimento menos estimulante para la vida que lo recibe.
Un alimento no adaptado y no equilibrado provoca intoxicación.
No todos los seres humanos reaccionamos de la misma manera a los estímulos físicos, psíquicos o alimentarios. Ello va a depender de nuestras codificaciones genéticas, las grabaciones de recuerdos, nuestras creencias y las programaciones que han influido en la constitución de nuestras células, de la sangre y de nuestra estructura. Ello influenciará en las reacciones al alimento en todos los niveles.
Ya que la fuente del ser es la luz, nuestro alimento primordial también es la luz. Ésta es creada por todas las formas de vida en movimiento y cada uno de nosotros tendremos que nutrirnos de ella para estar en comunión. Además, la luz producida por el sol es un alimento natural y esencial para nuestra energía de sanación y de creación.
Luego el Prana, es el soplo de vida presente en el aire, es nuestro segundo nutriente natural. Permite el crecimiento, la regeneración celular y la intensidad de la energía de nuestros cuerpos sutiles.
El agua es el tercer alimento básico. Asegura la circulación y la depuración en todos los cuerpos. La calidad de vida del ser está relacionada directamente con la calidad y cantidad del agua que ingerimos.
Los alimentos físicos aportan también agua, minerales, nutrientes y prana. Según su calidad y su vitalidad, estimularán la vida o la entorpecerán. La alimentación física ha de permitir parcialmente el crecimiento y el despliegue del ser. Mientras que los alimentos más sutiles permitirán su evolución y cuanto más nos alimentemos conscientemente con ellos, más podremos transformar nuestro alimento físico y reducir la importancia del mismo. Si bien los alimentos físicos pueden asegurarnos vitalidad y un sano despliegue del ser, pueden también provocar contracciones, desequilibrios y enfermedades destructoras.
Esto último sucede cuando los alimentos no están en armonía con nuestra energía, cuando las combinaciones alimentarias no corresponden a las necesidades reales del cuerpo, cuando la naturaleza, las calidades o las cantidades de dichos alimentos se eligen en base a nuestros deseos y no en base al llamado del cuerpo. Esto puede desequilibrar el cuerpo de la misma forma como una elección consciente favorece la vida y la sanación.
Es natural que busquemos ciertos sabores que nos contentan, calman y tranquilizan. Es natural que busquemos cierto placer en la alimentación. Es natural que podamos gozar de todo aquello de lo que nos nutrimos en todos los planos. Los rayos del sol son agradables de sentir cuando son recibidos sin abuso. Cuando el prana en el aire es abundante, una respiración profunda nos producirá bienestar. Asimismo, los alimentos físicos generan placer al paladar, comodidad, bienestar.
No obstante, si abusamos de los alimentos, se manifiesta en el cuerpo una incomodidad que nos avisa de un consumo abusivo. Nuestras células tienen inteligencia y esta inteligencia mediante sensaciones nos indica lo que el cuerpo necesita como alimento y debemos elegir conscientemente según lo que nos es comunicado.
Es la inteligencia celular, el verdadero cerebro, la que guiará a cada individuo hacia las elecciones juiciosas, en cantidad y calidad, en cada nivel de alimentación, en cuanto a de qué tiene que nutrirse para estar en equilibrio y conservar su bienestar.
Pero, dado a que en general no hemos sido entrenados en la escucha sutil de nosotros mismos que nos asegura la salud, la escucha de nuestras células o sea de nuestro cuerpo en general, hemos programado el cuerpo para que busque un alimento que responda a nuestros recuerdos, a miedos, a inseguridades, a influencias exteriores o, incluso a caprichos que a menudo son inadecuados para garantizar la salud y provoca, al contrario, desequilibrios.
He aquí la necesidad de seguir un recorrido de reprogramación alimentaria, es decir, una transformación de todos los mecanismos programados que influyen en que elijamos alimentos inadecuados en todos los planos.
Las células del cuerpo tienen la capacidad de saber y transmitir al ser lo que es juicioso, necesario, incluso esencial para cada uno de nosotros. Ellas transmitirán esas informaciones a través de sensaciones y gustos.
Debemos tener en cuenta que, si bien todos nosotros, los seres humanos somos de naturaleza universal, somos diferentes en cuanto a nuestra constitución, esencia y ritmo vibratorio y una alimentación sana en todos los planos puede ser diferente para cada uno de nosotros.
El Maestro Saint Germain, llama reprogramación alimentaria al conjunto de enseñanzas destinadas a llevar a los seres humanos a recuperar su poder para nutrir la vida en ellos para asegurar la salud de todos sus cuerpos mediante una alimentación juiciosa e inspirada desde su interior.
Esto implica la necesidad de tomar conciencia de los canales interiores que transmiten las informaciones de las células y que nos invitan a transformar la relación con nosotros mismos. La reprogramación alimentaria es en sí un proceso de sanación y un camino que apunta a intensificar todos los poderes energéticos de sanación y de manifestación.
¿Y cuáles son las bases de la reprogramación alimentaria?
Cuanto más vivos están los alimentos, más estimularán la vida en el ser. Y los alimentos están vivos cuando se encuentran en su hábitat natural. Una fruta está muy viva cuando se encuentra en el árbol. Una hortaliza está muy viva cuando cuelga de la planta. Tan pronto como el alimento es sacado de su hábitat natural, hay una baja en su ritmo vibratorio y una disminución progresiva de la vida que contiene, a pesar de que de todas formas resulte sabroso, tiende a una disminución de la vida en él.
Dado a que procuramos nutrirnos de la vida, deberemos entrar en comunión con el alimento. La disponibilidad de relacionarnos con el alimento antes de llevarlo a la boca posibilitará una real reprogramación alimentaria.
O sea, tras seleccionar los alimentos con los cuales deseamos nutrirnos, entramos en comunión con ellos, a fin de que esta relación nos vivifique.
Así, antes de llevar un alimento a la boca, concienticemos su recorrido de vida y vibremos con gratitud por cuanta colaboración ha sido necesaria para llevarlo hasta nosotros, para que ahora nosotros podamos nutrirnos con él.
Por ejemplo, si nos disponemos a comer una hortaliza, por un instante imaginémosla en su hábitat natural, en pleno crecimiento. Luego tomemos conciencia del hombre que la sembró, que labró la tierra, de los elementos de la naturaleza (la luz, los rayos del sol, el aire, el agua de lluvia, la fuerza de la tierra) que la han nutrido, de las personas que la cosecharon, la llevaron al mercado, de los comerciantes que la ofrecieron, de la gente que adquirió ese alimento, que lo preparó para servírnoslo. Tomemos conciencia también de los devas de la naturaleza que insuflaron vida a ese alimento. Múltiples formas de vida colaboraron para que ese alimento esté ahí, listo para nutrirnos.
Al estar nosotros en la conciencia, en el amor y la gratitud, nos unimos con la vida en el alimento y la despertamos
Este es el primer paso que recomienda el Maestro Saint Germain que todos debemos dar antes de alimentarnos físicamente. Sugiere que esta comunión y esta vivificación de los alimentos tengan lugar al comienzo de cada comida: miremos los alimentos, veámoslos vivos, así como quienes participaron de su vida y demos gracias.
En la reprogramación alimentaria no hay discriminación intelectual o emocional de los alimentos ni la obligación de ingerir un alimento más bien que otro. Es la inteligencia celular la que hará por nosotros dicha discriminación. En vez de tener una presencia exterior que nos diga que debemos comer y que no, tendremos una orientación precisa desde el interior de nuestro ser.
Luego de realizada esta comunión con los alimentos que vamos a ingerir, podemos imponer las manos en ellos o proyectar desde el tercer ojo un haz de luz. Esto estimula aún más el ritmo vibratorio de esos alimentos para acercarlos lo más posible a su ritmo vibratorio natural, cuando estos alimentos estaban en su hábitat natural. A continuación, magnetizamos esos alimentos para que las vibraciones estén en armonía. Cuando magnetizamos los alimentos proyectando nuestra vibración en ellos, prosiguiendo de esta manera con la vivificación o dinamización de la energía en los alimentos que vamos a ingerir.
Cuando llevamos el alimento a nuestra boca proseguimos con el proceso de degustación de la vida de ese alimento. Hemos visto, oído, sentido, tocado, vibratoria y físicamente ese alimento y luego lo llevamos a la boca acentuando la relación a través del tacto y del gusto.
Antes de masticar, dejamos el alimento en la boca por unos breves instantes, a fin de que los receptores bucales sutiles puedan captar con más intensidad todas las propiedades del alimento, entre las que están las emanaciones pránicas, que son vivas. Entonces cuando llevamos el alimento a la boca, antes siquiera de masticar nos relacionamos con la dimensión sutil del alimento para nutrir con ella nuestro cuerpo físico y nuestros cuerpos sutiles.
Antes de masticar nos tomaremos un momento de concientización, que puede apenas durar un segundo, para nutrir nuestros cuerpos con todo el nutriente sutil que ese alimento puede ofrecer.
Este momento de concientización permite acentuar y transformar el proceso de salivación. La salivación empieza con el surgimiento del hambre antes de que la persona esté en contacto con el alimento. Este proceso acentúa la creación de sustancias enzimáticas en la saliva.
La inteligencia celular reconoce el alimento y crea sustancias enzimáticas para que pueda éste integrarse mejor y sean utilizadas todas sus propiedades en el cuerpo físico y en los cuerpos sutiles. Las sustancias enzimáticas captan todas las emanaciones del alimento.
Una vez ingerido el alimento, esas sustancias enzimáticas facilitarán la absorción de las cualidades pránicas o sutiles del alimente, además de sus cualidades físicas.
Cuanta más conciencia, amor y alegría hay en la preparación del alimento, más intensa es la vida que él contiene y mejor puede nutrirnos.
De esta manera, al nutrirnos conscientemente, ustedes colaboran con la concientización del mundo.
Pero para esto hay dentro de nosotros muchos pequeños elementos que transformar, que transmutar
Para realizar esta reprogramación alimentaria, el Maestro Saint Germain nos la presenta en cuatro etapas que veremos en nuestro próximo encuentro.
Deja una respuesta