1 Desde nuestra fuente, los seres humanos estamos constituidos por luz y emanamos luz. Por lo tanto, el alimento de luz es nuestro nutriente primordial y el nutriente primordial de toda forma de vida en el universo. La luz es la esencia misma de los poderes de sanación.
La importancia de la luz en la regeneración de nuestra energía
La luz que nos ofrecen los rayos del sol son un estímulo importante en nuestra energía. Es energía vital. El prana, el agua y los alimentos que nos proporciona la tierra, estimulan y favorecen la regeneración de nuestra energía, pero la luz es la única verdadera fuente de aumento de la energía.
Cómo aumentar nuestra fuerza a través del contacto con la luz
Es el primer alimento en el ser humano, ya que somos primero y ante todo luz. Entonces, es esencial que nos podamos nutrir con luz, que podamos captar la luz exterior, los rayos del sol, hasta que hayamos desarrollado la capacidad de nutrirnos de nuestra propia luz interior. La luz que generamos interiormente, al igual que la luz exterior de la cual podemos nutrirnos, es una energía que no se consume nunca.
Los alimentos físicos y pránicos deben ser renovados diariamente, al contrario de la luz, que no solo no se agota, sino que se acumula. Esta es la manera cómo podemos aumentar nuestra fuerza, a través del contacto con la luz, día tras día.
A pesar que la luz intensifica nuestra fortaleza, somos debilitados por una alimentación física, emocional y mental inadecuada. Nos alimentarnos por lo general inconscientemente, sin sentir el valor del alimento que ingerimos.
Los receptores de luz se encuentran en la superficie de los ojos y del tercer ojo. Así como en cada uno de los demás centros energéticos. Cuanto más conscientemente captemos la luz para dejarla penetrar en nosotros, más aumenta nuestra fuerza.
La importancia de la exposición al sol en las horas adecuadas
Cuando el sol está en su cenit, sus rayos resultan demasiado fuertes, y esto puede hacer que algunos tejidos se consuman. Por eso se recomienda exponerse a la luz del sol durante las primeras horas del día, cuando los rayos del sol estimulan el prana, los cuales son almacenados dentro nuestro. Lo mismo durante las últimas horas del día.
Como ya dijimos al hablar del Prana, los rayos que estimulan el Prana se encuentran generalmente durante las dos o tres primeras horas del día y las dos o tres últimas. En tanto los rayos que nutren de luz el cuerpo físico y los cuerpos sutiles, aparecen durante las primeras cinco horas del día y a menudo durante las últimas cinco horas. Conviene evitar las horas del día cuando el sol está justo arriba de nuestras cabezas.
Cómo captar la luz y nutrirnos de ella
Los rayos del sol nos dan la posibilidad de almacenar Luz. Basta con estar en la conciencia, en la unión con aquellos rayos. Si no estamos en la conciencia y el amor de los rayos de luz, el alimento será menor y la exposición a los rayos del sol, incluso de corta duración, nos debilitará en vez de tonificarnos. Cuando hay un encuentro con los rayos del sol, es importante que podamos comulgar, fusionarnos con esos rayos, y no permanecer pasivos.
Si estamos muy nutridos por las luces del sol tendremos más facilidad para vivir en un espacio de alegría, de liviandad.
Los receptores de luz, son:
- La mirada, que se une con la luz solar y atmosférica
- La piel, que recibe los rayos del sol
- Los cuerpos sutiles, que reciben los haces luminosos
- El tercer ojo, que detecta la luz de lo sutil
Tras haber dominado la relación con los alimentos y asegurado nuestra vida en la tierra gracias al alimento pránico solamente, el ser será naturalmente guiado hacia la luz, como único alimento.
Nutrirnos de alimentos físicos con conciencia y gozo
Hoy, teniendo en cuenta nuestro grado de evolución, la invitación no es a apartarnos de los alimentos físicos, sino, al contrario, a nutrirnos de ellos con conciencia y gozo. De esta forma recuperaremos una complicidad entre las células y los alimentos, así como una verdadera salud.
La luz es captada por nuestros campos magnéticos. El cuerpo físico como los cuerpos sutiles tienen la capacidad de recibir la luz en todo su registro y de apartar los haces o las frecuencias que no le convienen o no le son necesarias.
También nos nutrimos de las emanaciones de luz de las formas de vida alrededor nuestro, tanto las de la naturaleza como la de los seres invisibles y luego de los rayos de las estrellas y de los rayos de luz procedentes del cosmos que atraviesan la atmósfera terrestre, sin hablar de la luz emanada de los seres de Luz y demás seres de la extra tierra que se nos presentan. Así, cuanto más conscientes estemos del alimento de luz que nos proporciona una mayor fuerza energética, más podremos prepararnos para una relación luminosa con los seres de la extra tierra.
Los seres de la extra tierra se comunican mediante ondas luminosas emitidas por ellos. Por lo que bien podremos nutrirnos de ellas, así como usarlas para comunicar.
O sea, que lo que se espera de nosotros es que nos volvamos progresivamente dueños de nuestra relación con los alimentos físicos concretos y luego evolucionemos hacia la capacidad para nutrirnos únicamente de Prana y de Luz.
Vamos ahora a practicar la Salutación al Sol que nos propone el Maestro Saint Germain y que es uno de los pasos a seguir en el ritual que Él llama “Despertar energético cotidiano”:
El sol que se nos ofrece a nosotros, los habitantes de la tierra, es nutritivo y sanador.
Simboliza el Amor puro. Día tras día, incansablemente y sin esperar reconocimiento, lanza sus rayos en todas direcciones. Sus rayos iluminan y calientan a los más pobres como a los más acaudalados, a los más tiernos como a los más duros, a los más pacíficos como a los más batalladores, a los más honrados como a los más inescrupulosos, a quienes aman como a quienes destruyen, y esto, sin discriminar jamás.
El sol representa la fuerza creadora de nuestras entrañas. Cada día se alza en el cielo para desplegar sus rayos y ofrecerse en majestad.
Al saludar nosotros al sol, inundados con gratitud y gozo, reconocemos al astro que nos brinda con sus rayos y le agradecemos por iluminar nuestra naturaleza y nuestra esencia.
Abrimos los ojos, los brazos y el corazón para ofrecer nuestro amor a la vida circundante, nos unimos al sol, que nos ofrece su amor sin condiciones.
Proyectamos los ojos hacia el cielo y vemos la luz, el sol. Incluso con la conciencia de no habernos liberado de todos nuestros velos, de todas nuestras sombras, de todas nuestras dificultades, nuestro ser ve la luz, ve el sol, así como su naturaleza verdadera. Mas allá de los velos, de las nubes, el ser humano ve que es un ser de luz en su vida encarnada. Sabemos que no tenemos que esperar a ser un Maestro ascendido para comprender que somos un Maestro de luz.
Presentamos las manos en forma de cúpula al sol y tendemos un puente vibratorio con el corazón. Orientemos nuestras manos hacia el sol, atravesando así todos los velos. Los brazos y las manos se convierten en pasadizos que permiten que la luz de la vida alrededor nuestro se encuentre con luz dentro de nosotros para ser UNO.
Traemos al sol con las manos reunidas en forma de cáliz, tomamos simbólicamente la luz del universo, representada por el sol y veamos este en nuestras manos, simbólica y energéticamente y lo traemos al hara (es el centro vital y se ubica 2 a 4 dedos debajo del ombligo, en el bajo vientre) tres veces para la unión simbólica del sol con la luz de la conciencia. Dejen que este sol de fuego exterior penetre en su interior y se una con su sol interno, la energía vital, el fuego de la kundalini dentro de nosotros. Nuestra fuerza creadora resultará multiplicada en la unión con la fuerza del universo. Procedemos así otra vez a tomar el sol con las manos y lo traemos nuevamente al hara, en nuestras entrañas. Sentimos la fuerza y elegimos unir el movimiento creador nuestro con el movimiento creador del universo, del sol de la vida.
Luego por tercera vez, con las manos vamos a tomar e invitar al sol a presentarse en nuestras entrañas y unirse con nuestro sol interior, sabiendo que juntos se alzarán, abriéndose camino hasta el corazón.
Mientras, en estas tres oportunidades, nuestras manos van a tomar el sol y traerlo a nuestras entrañas, al hara, respiramos profundamente hinchando el bajo vientre para sentir la fuerza de nuestras entrañas, nuestro sol interior, y ofrecerle espacio.
Las tres veces representan los tres aspectos del ser, su trinidad, es decir, el vehículo terrestre, el espíritu y el alma.
Traemos al sol y lo presentamos al corazón al recibir el tema justo para el día. Nuestras manos van al encuentro del sol y, muy lentamente, lo llevamos ahora hacia el pecho, centro energético del corazón, para que la fuerza de su amor sea multiplicada al unirse con la fuerza del amor del sol. Estemos en este momento atentos a cualquier mensaje del alma que nos indique, a través de nuestras voces interiores, el tema del día. No elijan el mensaje, óiganlo espontáneamente. Por ejemplo, podemos oír que tenemos que ser pacientes, tolerantes, compasivos, más calmados o más llenos de vida, etc.
Pero ojo, no vayan a creer que el sol es un dios exterior que nos está hablando. Se trata, en este momento ritualizado, de una apertura total a la luz que nosotros somos y a la luz que nos rodea y que nos ofrece su mensaje. Este tema nos indica un elemento que es interesante e importante que integremos a nuestra vida durante el día para facilitar nuestra evolución y nuestra creación.
Traemos nuevamente el sol y lo presentamos al tercer ojo tres veces, para la unión simbólica del sol con la luz de la conciencia.
Con las manos en cáliz, vamos al encuentro del sol, tomamos su luz y la llevamos al tercer ojo, situado en el centro de la frente, en el nacimiento de la nariz, a fin de que la luz del universo participe de su apertura y estimule nuestra clarividencia.
Por segunda vez, vamos a tomar el sol con las manos para llevarlo suavemente al tercer ojo, a fin de que la luz del universo penetre en nuestro interior a través de ese tercer ojo y se una con el sol de nuestra conciencia, con la luz de nuestro espíritu, para iluminarnos. El tercer ojo es una puerta de acceso al conocimiento, el cual sabrá guiar y orientar nuestro movimiento creador.
Por tercera vez, vamos nuevamente a tomar el sol y llevarlo al tercer ojo, a fin de que su luz se una con el sol de nuestra conciencia y juntos abran camino de la conciencia hacia el corazón. Desde el tercer ojo hacia el corazón irá el sol entonces.
La luz del hara se eleva hacia el corazón, la luz de la conciencia se orienta también hacia el corazón, y será con el corazón iluminado como nosotros amemos y estemos en condiciones de desplegarnos. De desplegar todo nuestro potencial y hacerlo desde el Amor, nuestra esencia más pura.
Saludamos al sol como representante de la luz universal.
1 Texto extraído del libro del Maestro Saint Germain “Manifestar los Poderes Espirituales” canalizado por Pierre Lessard.
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